La Organización Mundial del Turismo (OMT) formuló en 1985 como definición de TURISMO: “movimientos de personas con motivaciones básicamente culturales, tales como circuitos de estudios, circuitos culturales y de artes del espectáculo, viajes a festivales u otros eventos culturales, visitas a monumentos, viajes para estudiar la naturaleza, el folklore o el arte, así como peregrinaciones”. Vemos, por tanto, que la OMT incluye las peregrinaciones como una forma de turismo.
Por su parte la Gran Enciclopedia del Camino de Santiago define la PEREGRINACIÓN como “Viaje de motivación básicamente religiosa que busca la trascendencia, a través del que se adquiere una determinada experiencia y en el que se ha de afrontar los peligros que se presentan en el camino”.
Para no pocos autores Turismo y Peregrinación están estrechamente vinculados, y hay quienes piensan que la peregrinación es la forma más antigua de turismo y otros que entienden el turismo como metáfora de la peregrinación. En sintonía con la vinculación entre ambos ámbitos en los días 16, 17 y 18 de Julio de 2021 se celebró el “II Congreso Internacional: Las Rutas de Peregrinación como Impulsoras del Turismo Global” en Santiago de Compostela.
Ciertamente cabe aceptar no pocas semejanzas, como el movimiento, la temporalidad, el cambio de ambiente, los nuevos conocimientos a través del aprendizaje y la cultura, aspectos que son compartidos por ambos ámbitos; incluso la experiencia de la trascendencia entendido como emoción suscitada por la contemplación de una obra de arte, un monumento o un paisaje espectacular, sobre todo si tienen connotaciones sagradas, como ocurre de modo significativo en las visitas al Monasterio de Santa Catalina del Monte Sinaí.
Algunas peregrinaciones pueden llegar a convertirse en un mero “producto turístico” y el turismo cultural puede conllevar emociones características de las peregrinaciones. Turismo y peregrinación hacen uso indiferenciado de los espacios “sagrados” y los recursos turísticos, y peregrino y turista pueden hacer uso de medios de transporte y servicios comunes. Pero es necesario analizar las diferencias entre un ámbito y otro. El fin último de la peregrinación es la experiencia de lo sagrado, el encuentro del hombre con el misterio divino. El Turismo, no necesariamente exento de emociones y vivencias trascendentes, no tiene este propósito básico.
La hospitalidad es quizá la diferencia más nítida, a cargo de hospitaleros, muchas veces voluntarios, constituyendo una de las claras diferencias entre un mundo y otro, y que genera espacios de solidaridad, compañerismo y sobriedad de medios, sentimientos colectivos que son verdadera esencia de la ruta jacobea. Algunos mantienen vivos signos de la espiritualidad cristiana, como ocurre en el albergue de Puente Fitero (Palencia), enclavado en un antiguo hospital del siglo XIII, que mantiene la tradición de lavar los pies al peregrino, y conviven en un medio sobrio, sin wifi ni tecnología moderna. Con significado más genérico, está muy extendido el dicho: “el turigrino exige, el peregrino agradece”.
Aunque pueda parecer una cuestión superflua, la alimentación puede decir mucho de la condición peregrina o turística del viajero. El donde, el cuándo, el que y el cómo, referido a la comida, puede hablarnos mucho acerca de si se trata de uno o de otro tipo: en la peregrinación suele ser una cuestión secundaria y cambiante, mientras que en el turismo suele ocupar una parcela más relevante y estable. Las comidas compartidas o comunitarias constituyen un momento muy típico y casi exclusivo de la peregrinación, e implican una convivencia solidaria que sintoniza mucho cola solidaridad y el espíritu peregrino, que son aspectos constantes y definitorios de la peregrinación, y particularmente la jacobea.
La diferencia puede ser clara en la actitud del viajero, ya sea turista o peregrino, pero aquí la diferencia a veces es más confusa, pues se puede ser turista de macuto en el Camino de Santiago o tener espíritu peregrino haciendo turismo. La banalización del viaje puede hacer de la cultura un producto de consumo lo que puede implicar una “profanación” del espacio sagrado, y esto es lo que marca más la diferencia entre el mero consumo turístico y el peregrinaje, un espacio liminal que separa lo sagrado de lo profano que entraña que la nueva experiencia sea mucho más que un mero desplazamiento a un lugar distinto al de residencia, transformándolo en una vivencia iniciática detrás de la cual emana una verdadera experiencia vital.

Un elemento que complica más el análisis es la Fe, que siendo un elemento inalienable de la peregrinación como tradición milenaria, hoy abundan los caminantes que desvisten la peregrinación de su contexto devocional inherente al peregrino medieval y lo convierten en una experiencia vital iniciática, y hasta enfatizan en un origen pagano del Camino de Santiago, en contra incluso de los historiadores y medievalistas que definen nítidamente el origen histórico del camino de Santiago.
Hacia comienzos de nuestro siglo XXI asistí a una reunión convocada por los gestores del entonces incipiente “Camino de Abraham” por países del Oriente Medio. Se convocó en la sede de la OMT de Madrid, invitando expresamente a miembros significados de Asociaciones de Amigos del
Camino de Santiago españolas para que, como buenos conocedores dela ruta jacobea, plantearan sugerencias e ideas que pudieran valer para el diseño del futuro Camino de Abraham. Acudí entonces como miembro de la Asociación Gallega de Amigos del Camino Santiago acompañando a José Antonio de la Riera que, en esa fecha, la presidía. En la presentación del acto el Secretario General de OMT planteó una equiparación entre Turismo y Peregrinación que no convenció mucho a los asistentes del mundo jacobeo y hasta generó cierta resistencia a la comparación. El Camino ya era un éxito internacional pero aún no había llegado la gran eclosión jacobea que ha metamorfoseado la peregrinación a Santiago en una masificación secularizadora del fenómeno. Entonces a las Asociaciones de peregrinos no gustó la idea de considerar la peregrinación una forma de turismo. Incluso entonces, y aún hoy, se manejaba
el término “Turigrino” con cierto tono despectivo, incorporándose al argot jacobeo y definido en la Gran Enciclopedia del Camino de Santiago (2010, tomo 18, p. 9) como “personas que realizan el Camino de Santiago sin ánimo de trascendencia y sin acabar de entender y aceptar los conceptos de hospitalidad, solidaridad, compañerismo y sobriedad, que son, para muchos peregrinos y hospitaleros, esencia de la ruta jacobea”.
La cosa ha cambiado mucho desde entonces y el debate sobre Turismo-Peregrinación aumenta cada vez más entre quienes caminan con inquietud de búsqueda y trascendencia y quienes viajan por disfrute, afán cultural o aventura. La explotación excesiva del Camino hasta la masificación de sus recursos, la invención de nuevas rutas y la secularización de sus principios originales, es considerado como un fenómeno que puede dar al traste con el éxito de la peregrinación jacobea y convertir el Camino de Santiago en una ruta turística promocionada por los tour operadores y empresas que organizan peregrinaciones para turistas. Todos tienen su derecho, sin duda, pero sería necesario un estudio de la situación y de los riesgos; el Comité Internacional de Expertos del Camino de Santiago tiene aquí un reto importante, porque las posturas se van radicalizando.
En el mundo intelectual, literario y periodístico, no solo no se llega a propuestas clarificadoras y mucho menos unánimes, sino que unos autores dicen una cosa y otros la contraria y sospecho que no habrá acuerdo posible. Ciertamente Peregrinación y Turismo son dos mundos que comparten cosas, y especialmente un Patrimonio común. Pero hay que mojarse en precisar uno y otro concepto claramente diferenciables, ya que turismo y peregrinaje, a pesar de las similitudes, en absoluto son conceptos equivalentes. Pero al mismo tiempo son espacios compatibles que conviven y comparten elementos comunes.
En vez de Turismo-Peregrinación, quizás sea mejor hablar de Turista y Peregrino, de los sentimientos y actitudes de uno y otro. Una mirada comparativa al pasado y al futuro, un cruce dialéctico entre quien se siente más próximo a la peregrinación milenaria y el peregrino tecnificado de hoy, nos puede dar una visión de la distancia que puede haber entre ellos.
En lo personal veo una controversia improductiva y ciega, un tanto visceral y mutuamente despectiva. Los que se consideran auténticos peregrinos, miran con desconsideración al mundo turístico como usurpadores del que consideran su terreno; y el que se acerca al Camino como mejor sabe, desde sus circunstancias personales o a través de intermediarios, encuentra rechazo y desprecio. Sería preferible el diálogo entre quienes comparten los mismos bienes patrimoniales, que necesitan a unos y a otros para su fines y su pervivencia sostenible.
Sin acabar de comprender esta ruptura irreconciliable, opto, en lo posible, por no contribuir en la polémica, y en lo personal
no me afectan las discrepancias entre un mundo y otro, a veces manifiestamente enfrentados. Cuando hago un paréntesis en mi vida para caminar hasta la Ciudad del Apóstol me siento peregrino y procuro caminar en solitario. Otras veces me gusta salir al Camino con mi mujer que, por ciertos problemas de salud, no puede peregrinar.
Entonces soy turista que, junto a mi mujer, visito con más tiempo y atención ciudades y monumentos del Camino que no tuve tiempo de visitar con detalle; o simplemente admiramos un paisaje o monumento. Soy peregrino y soy turista, según los casos, generalmente una cosa u otra, aunque a veces soy ambas cosas y ambas formar de vivir me sientan bien.
No deberían plantearse la una en detrimento de la otra como a menudo ocurre, y nadie debería arrogarse la verdad exclusiva. No existe la verdad absoluta, sino que anda muy repartida entre unos y otros, y cada cual custodia una parte de ella. Hace falta, en definitiva, más encuentro y diálogo. Ojalá que todo vuelva pronto a la normalidad, sin virus alienantes ni guerras necias que nos arrebatan la vida. Entonces seguiré disfrutando de ocasiones para ser peregrino o turista, o ambas cosas. Ultreia y que el Apóstol nos ayude.
Bibliografía consultada:
1.- Patrimonio, turismo cultural y peregrinación. Caminos para el encuentro. Rosa Méndez Fonte. El turismo en la sociedad contemporánea: diversificación, competitividad y desarrollo / Bienvenida Margarita Latiesa Rodríguez (ed. lit.), Antonio Álvarez-Sousa (ed. lit.), 2000, págs. 39-54
2.- ¿Nuevos caminos para el turismo cultural?. Greg Richards. Association for Tourism and Leisure Education (ATLAS). Observatorio Interarts, Barcelona. 2005
3.- La recuperación de la peregrinación jacobea; aportaciones al debate acerca de las relaciones entre turismo y peregrinación. Nieves Herrero Pérez. Teorías y prácticas emergentes en antropología de la religión / coord. por Mónica Cornejo Valle, Manuela Cantón Delgado, Ruy Llera Blanes, 2008, págs. 123-138
4.- Gran Enciclopedia del Camino de Santiago, Ediciones Bolanda, Santiago de Compostela, 2010. Dirección Manuel F. Rodríguez. Volumen 18, página 9. Volumen 13, página 209.
5.- Peregrinaciones y Turismo. El Camino de Santiago. José Leira López, Gustavo Rego Veiga, Manuela del Pilar Santos Pita. Universidade da Coruña. ROTUR/Revista de Ocio y Turismo. Coruña 2010 – Vol. 3 – pp. 39 – 48
6.- De la peregrinación al turismo: modelos en disputa. Lagunas Arias, David. Universidad de Sevilla. Departamento de Antropología Social 2011, Peregrinaciones de ayer y hoy: arqueología y antropología de las religiones, 27-52.
7.- Turismo religioso y espacios sagrados. Silvia Aulet, Karine Hakobyan. RITUR: Revista Iberoamericana de Turismo, Vol. 1, Nº. 1, 2011, págs. 63-82
8.- El vínculo turismo-peregrinación. Víctor Manuel Mora Torres; Rocío del Carmen Serrano Barquín; Maribel Osorio García. Universidad Autónoma del Estado (México). Estudios y perspectivas en turismo, Vol. 26, Nº. 1, 2017, págs. 86-106
9.- La desdiferenciación entre turismo y peregrinación; turiperegrinos en el camino interior portugués de Santiago de Compostela. Xerardo Pereiro. Antropologías en transformación: sentidos, compromisos y utopías / coord. por Teresa Vicente Rabanaque, Pepa García Hernandorena, Antonio Vizcaíno Estevan, 2017, págs. 1468-1482.
10.- Turismo y Peregrinación, Dos Caras de la misma moneda: El Camino Portugués Interior de Santiago de Compostela. Xerardo Pereiro. Cuadernos de Turismo, nº 43, 2019; pp. 407-434 Universidad de Murcia.