Una primera objeción de los detractores jacobeos es la FALTA DE TIEMPO para realizar tan fabuloso viaje, ante el supuesto mandato de Cristo a los Apóstoles de permanecer en Jerusalén doce años después de la Ascensión. Los escasos testimonios de esta noticia no son fiables por su carácter indirecto, tardío y apócrifo, en total contradicción con testimonios directos evangélicos en que Cristo encomienda a sus apóstoles que prediquen al pueblo dándoles instrucciones de forma y no de tiempo (Mt 101-17, Mc 66-13, Lc 91-6). Jesús pidió a sus apóstoles una permanencia en Jerusalén, pero solo hasta el día de Pentecostés, tras el que deberán ir a predicar por todo el mundo con la fuerza del Espíritu Santo (Luc 2447-49, Hch 14-8), en modo que las escrituras constatan que Pedro y Juan aparecen enseguida fuera de Jerusalén, Felipe evangeliza en Samaria y Bernabé en Antioquía, lo que sugiere una organización eclesiástica madre con sede en Jerusalén, pero de la que pronto saldrán los apóstoles a predicar a los gentiles por todo el mundo, como enseguida recogen los principales patriarcas de la Iglesia en sus escritos, y quedando a la cabeza de Jerusalén uno de los Santiago, el llamado hermano del Señor.
Si la muerte de Cristo y el día de Pentecostés se datan en el año 30, y la muerte de Santiago en el año 44, hay unos 14 años en que Santiago pudo acometer holgadamente el viaje, cuyo inicio algunas fuentes sitúan entre los años 33 y 36, con una estancia de 6 a 8 años, y un retorno a Jerusalén en el año 42. Más allá de esta precisión cronológica, un viaje así estaba lejos de ser tan fabuloso o inaccesible, como veremos, e incluso otros apóstoles viajaron más y hasta más lejos.
La primera referencia está en la cita bíblica del romano Cornelio, centurión de la corte itálica (cerca de Sevilla), y la necesidad de huir de la represalia de Herodes ante el robo del cuerpo del apóstol Santiago, primer y muy significativo criterio de que Hispania pudo constituir un destino idóneo.
Se impone precisar que la travesía Palestina-Galicia es un logro ya dominado desde los fenicios, fundadores de Cádiz diez siglos antes de Cristo, e iniciadores de la llamada ruta del estaño hasta las islas británicas a través del Atlántico, pasando antes por las costas de Galicia; es decir que la ruta marítima de la Tradición Jacobea era muy bien conocida y frecuentada ya en tiempos apostólicos. Los romanos hicieron suyo el Mediterráneo (Mare Nostrum) y lo transitan de uno a otro punto del Imperio. Dominaron el tránsito hasta Galicia y en sus costas y rías fundaron, a veces sobre antiguos castros, ciudades como Brigantium (La Coruña), e Iria Flavia (Padrón) entre otras. Alcanzaron Britania que añadieron al Imperio, consolidando la ruta marítima del estaño, obtenido en Cornualles, islas Sorlingas y Galicia. Los Hechos de los Apóstoles recogen algunas narraciones en que es inequívoco que los viajes marítimos eran comunes y necesarios en la época (Hech 2013-16, 211-7, 271-44, 281-14). El edicto de Diocleciano, emperador del 284 al 305, indicaba que el trayecto medio para llegar a Lusitania desde el puerto romano de Ostia vía marítima, era de unos 20 días, lo que demuestra su dominio a través de una experiencia muy antigua. La existencia, por otra parte, del puerto romano de Pontecesures, existente ya en tiempos de Tiberio (42 a.C.-37 d.C), permitía el traslado de un judío desde Palestina hasta Iria, en el siglo I, en una de las naves que hacían periódicamente esa ruta entre Palestina y el noroeste hispano, que bajo la pax romana era más factible y frecuente que en otros muchos momentos históricos. El escritor romano Plinio en tiempos contemporáneos con los apostólicos, dejó escrito en su Historia Natural que una nave de vela podía hacer la travesía entre Cádiz y Ostia en siete días, y en cuatro si era desde la Hispania romana citerior.
El Finisterre era además una referencia apostólica: “daréis testimonio de mí en Judea, en Samaria y hasta el fin de la Tierra”, dicen las Escrituras, y en donde el evangelista Lucas puede estar haciendo alusión expresa a este logro. El Apóstol Pablo nos deja un testimonio claro de que los apóstoles han acometido la evangelización de todo el orbe conocido, también con una referencia de que se ha llegado hasta los extremos del mundo: “Y me digo: ¿Acaso no la han oído?. Sí, por supuesto: A toda la tierra ha llegado la voz de los mensajeros y sus palabras llegan hasta los confines del mundo” (Rom 1018). Estas palabras de Pablo no son una mera alusión bíblica al Salmo 19, sino un testimonio de que la profecía ha sido cumplida y que los apóstoles han llegado a anunciar el cristianismo hasta los extremos del mundo conocido, tal como dirán muchos patriarcas de la Iglesia, algunos citando expresamente Hispania.
El hallazgo sepulcral y la identificación del obispo Teodomiro, plantea los grandes interrogantes:
- ¿Porqué Santiago?,
- ¿Porqué en España?.
Con todos los respetos, la Carta de Pablo a los Romanos sugiere que NO ha habido una evangelización previa en Hispania:
«Teniendo así, como punto de honra, no anunciar el Evangelio sino allí donde el nombre de Cristo no era aún conocido, para no construir sobre cimientos ya puestos por otros[…]Mas ahora, no teniendo ya campo de acción en estas regiones…»
El texto es claro: quiere ir a Hispania porque no hay cimientos puestos por otros.
Un saludo,
Gracias Xavier por tu comentario. Es natural una diferencia de criterios pero no creo real el antagonismo absoluto que planteas. Es razonable que Pablo inicialmente evitara territorios que otros apóstoles ya hubieran visitado, no por una obligación moral sino por método lógico de trabajo. El propio Pablo argumenta que ya no tiene campo de trabajo territorial y por eso visita otras zonas ya visitadas antes, como la propia Roma. Es una nueva fase lógica de su labor cuando él mismo argumenta que ya no le queda espacio territorial que atender, lo que ya es indicio de que Hispania ha sido ya visitada. Por eso también anuncia que visitará Jerusalén por iniciativa de otras comunidades ya evangelizadas y anuncia entonces visitar Hispania tras visitar Roma, en términos de ser encaminado hacia allí, lo que entiendo como indicio más firme aún de que en Hispania ya hay una iniciativa evangelizadora previa. En todo caso mi planteamiento no es más que la propuesta de un indicio dentro de un trabajo pluridisciplinar, que puede ser cuestionable, sin duda, pero creo una postura equivocada hacer propuestas cerradas y excluyentes partiendo solo de las escrituras y su interpretación. Gracias en todo caso por tu visión que me invita a estudiar más la cuestión. Un abrazo peregrino.
Gracias por la respuesta.
Como historiador, creo que no hay datos que apunten a que Santiago esté enterrado en Compostela: las fuentes son muy tardías y hay siglos de silencio. Además, me parece extraño que asesinasen a Santiago en Jerusalén y llevasen su cuerpo algunos miles de kilómetros para enterrarlo. Por eso me adhiero a esta frase de Claudio Sánchez Albornoz (poco sospechoso de anticristiano, pues está enterrado en el claustro de la Catedral de Ávila): «¿Santiago? ¿Prisciliano? Cabe dudar que cualquiera de ellos esté enterrado en Compostela».
Como peregrino y como cristiano, también me adhiero a esta frase de Sánchez Albornoz: «Poco importa que el sepulcro compostelano sea o no el sepulcro del apóstol. Si allí hubieran yacido de verdad los restos de Santiago y la cristiandad lo hubiera ignorado, la fecundidad histórica de tamaña reliquia habría sido nula. Creyeron los peninsulares y creyó la cristiandad y el viento de la fe empujó las velas de la navecilla de Occidente y el auténtico milagro se produjo».
Por último, agradecería que me enviases un mensaje privado para decirte algo que creo que no procede hacerlo en este blog.
Un abrazo,
Cierto, amigo Xavier, la Historia carece de datos que permitan afirmar nada sobre el tema; como tampoco negarlo. Ciertamente faltan documentos precoces, imposibles por otra parte dada la forzosa clandestinidad en que se mueve el primer cristianismo y la pérdida de las tres cuartas partes de los documentos antiguos, mucho más de los cristianos, sistemáticamente destruidos. Aún así, hay indicios que no son tardíos y el supuesto silencio es solo un argumento propio del copio y pego, poco objetivo y totalmente superado por la arqueología. Es necesario una visión mucho más amplia antes de afirmar o negar nada.
La muerte y enterramiento distante de Santiago tiene una lógica nada extraña que explico en otro artículo de mi Blog, también en términos de verosimilitud, imposible resumir ahora.
Claudio Sanchez Albornoz es precisamente el autor que en cierto modo abre las puertas a la necesidad de un estudio más amplio, pues si has elegido esas conocidas y viejas palabras, también dice: “…nada garantiza la autenticidad de la mágica Translatio del cadáver apostólico a Galicia, pero nada obliga a negarla, pues en la historia han ocurrido muchos sucesos no menos ilógicos e inverosímiles que aquella…”; son palabras nacidas de las primeros resultados de las excavaciones arqueológicas, que le hicieron apreciar que aquellos hallazgos daban una nueva dimensión al hecho, y si hasta entonces fue crítico con la Tradición Jacobea, cambia de tercio y reconoció que la cuestión tenía un contenido al que la Historia no podía llegar. El tema no puede centrarse en una interpretación parcial de las Escrituras, ni un autor que dijo sobre el tema cosas muy distintas en el tiempo y del que no conviene tomar solo una frase, sino su planteamiento dinámico. Es necesaria una evaluación abierta y multidisciplinar. Es lo que busco en mi estudio que se desarrolla en varios capítulos del que solo has valorado uno de ellos relativo a las Escrituras. En mi estudio nunca hablo de certezas sino de verosimilitudes y en ese ámbito creo que hay interesantes criterios de verosimilitud acerca de la presencia de Santiago y de su sepultura en España.
Desde luego creo que no hay razones firmes para descartarlo, y por eso te invito al estudio de mi análisis, que puedes ver en modo íntegro en mi librito “El Enigma Compostelano”, que puedes solicitar en el mail cofradia@santiagoysanjuan.org donde también puedes hacerme llegar cualquier opinión personal que quieras hacerme en privado.
Un cordial saludo.