LA PRUEBA DEL C14

          Completando el análisis multidisciplinar, procede una valoración de la prueba del Carbono-14. Aunque sin pretensión técnica exhaustiva, importa ver cual sería la situación de una posible peritación radio-carbónica de la necrópolis compostelana.

Carbono 14          La datación por Carbono-14 es un método radiométrico basado en la relación constante en los organismos vivos entre los isótopos del carbono (C12 y C14). Cuando el organismo muere esta relación cambia, por la inestabilidad y descomposición radiactiva del C14 con una velocidad en el tiempo bien conocida, lo que permite calcular el tiempo pasado desde la muerte del organismo a partir de la diferencia entre la relación C-12/C-14.

          Está considerado como un método físico-químico absoluto de datación, por lo que suele creerse que el C14 nos dará con toda precisión la edad de unos huesos antiguos como un termómetro nos daría su temperatura, y se ve en esta opción científica una solución segura a la cuestión jacobea. La realidad está muy lejos de ser tan simple. Para una muestra muy específica y bien definida puede ser, en efecto, sencillo y seguro, pero la peritación arqueológica de los restos compostelanos no son solo el estudio de unos restos concretos, sino los de una necrópolis de varios siglos de evolución. Su estudio completo requeriría ser combinado con la determinación de ADN. Las pruebas de C14 y ADN nada tienen que ver entre sí, son técnicas diferentes que aportan datos muy distintos. El uso independiente del C14 es propio de peritaciones muy antiguas, anteriores incluso a la aparición del hombre en la Tierra, en que se dan aproximaciones de millones de años, en donde un error de unos cuantos siglos es insignificante. En peritaciones de restos humanos es especialmente válido para restos con fechas de hasta 45/50 mil años. Hoy día hay laboratorios que aplican la espectometría del acelerador de partículas (AMS), logrando dataciones fiables de hasta 80 mil años, tiempo en que los márgenes de error son aún muy amplios.

          Pero en peritaciones arqueológicas de restos humanos, sobretodo en necrópolis antiguas y multiculturales, la combinación de C14 y ADN se hace necesaria. El objeto del ADN aquí es identificar que fragmentos con un mismo C14, pertenecen a un mismo individuo, lo que permite un cuenteo. Si la formación de la necrópolis es de varios siglos e incluye la sucesión de varias culturas, como es el caso singular de la necrópolis compostelana, la combinación de C14 y ADN es imprescindible para obtener resultados que puedan tener un valor interpretativo sistematizable. Habría por tanto que aplicar las dos pruebas a un amplio muestreo de los fragmentos de la urna, si no a todos, que por haber estado más tiempo fuera que dentro de ella, y sufrir desplazamientos, fragmentación, mezclas o contaminaciones, habría que ampliar el muestreo no solo a la totalidad del edículo, sino también al subsuelo del entorno catedralicio.

C14-1          En estos casos el C14 puede orientar bien las fechas de inicio y fin de los enterramientos, que también puede estimarse con fiabilidad por criterios arqueológicos comunes (estratigrafía), pero la identificación de si unos restos son o no compatibles con los de un personaje determinado de la historia tendría escaso o nulo valor. Su realización requeriría el raspado de una pequeña cantidad de materia en cada fragmento analizable, y tratándose de un conjunto que en el curso de 20 siglos ha sufrido desplazamientos, fragmentaciones y mezclas o contaminaciones, serían miles de fragmentos óseos procedentes de tumbas mezcladas y superpuestas, lo que obligaría a un muestreo altísimo de dobles determinaciones, para detectar la cronología, valorar el cuenteo y estimar la valoración del grado de mezcla y contaminación general que permita hacer conclusiones rigurosas y que conllevaría un extraordinario y complejo despliegue de re-excavación arqueológica y de medidas de seguridad y control de todo el subsuelo catedralicio. El estudio, además de una paralización de la actividad del templo, requería tal cantidad de medios y un costo tan elevado, que su financiación sería solo recomendable abordar en el caso de que nos proporcionara una información necesaria y relevante, respondiera a un objetivo claro y viable de lograr, y ofreciera un beneficio científico preciso. La indicación de un estudio así solo podría sustentarse en la necesidad de averiguar algo imprescindible junto a una garantía plena de resolución, y ninguna de las dos premisas básicas se dan aquí. Las posibilidades de darse un intervalo cronológico muy abierto, de varios siglos, entre los restos más antiguos y los menos antiguos del conjunto, son tan altas que invalidarían su pretendida eficacia. Constatar una antigüedad coetánea a los tiempos de Cristo, es más un deseo que un logro garantizable por la ciencia y, no siendo posible consignar identidades, las posibilidades de que la prueba fuera resolutiva son exiguas.

          Podría también someterse los restos a escáner, resonancia magnética, tomografía axial computarizada, ecografía o gammagrafía ósea, pruebas de altísimo valor científico, pero que tampoco tienen aquí ninguna indicación por el mismo criterio. También cabría analizar las necrópolis que custodian los restos apostólicos de San Pedro y San Pablo, o de algunos Santos cuya identidad se cuestiona, y ya puestos, a personajes históricos, políticos, militares, emperadores, etc., siempre puede encontrarse un criterio histórico importante que pueda justificar la supuesta oportunidad de esas determinaciones.

          Es fácil cuestionar los resultados de ayer desde la tecnología de hoy, pero tanto o más cuestionable es pensar que el C14 tiene la clave de la incógnita, y no hay garantías de resolver con precisión una datación tan selectiva ante una muestra tan abierta, y los profesionales son los que desestiman la necesidad y la capacidad de resolución de esta prueba. Muchos sugerirán que la prueba se restrinja a los restos que se custodian hoy en la urna, y se realizara solo el C14, pero este es un criterio insuficiente para los propios expertos, porque los restos han estado un siglo en la urna y muchos siglos fuera de ella, lo que exige estudiar todo el entorno con doble determinación analítica. Las posibilidades de obtener resultados ineficaces son tan altos que los expertos, valoran como «poco resolutivo y no determinante» el estudio, por lo que descartan la indicación técnica del mismo, que valoran como “no recomendable, y nada determinante», además de ineficiente por sus elevadísimos costos. Especialmente las posibilidades de poder descartar Santiago o Prisciliano por criterios de compatibilidad cronológica sería inútil, y con altísima probabilidad de que fuera positiva para ambos.

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