Dentro de este proceso dinámico de análisis, encontramos una serie de criterios, algunos ya mencionados pero que cabe ampliarlos con esta perspectiva.
ARA DE SAN PAIO. Es el título o lápida pagana que contenía la dedicatoria original del mausoleo en el frontispicio o entrada del mismo, reconvertida en ara cristiana para el culto a tres hombres muy venerados que centralizaron la ocupación del mausoleo entre la segunda mitad del siglo I e inicios del siglo II. Con este nuevo uso se mantuvo en la sala superior del edículo sepulcral como superficie para el culto, y allí permaneció hasta la construcción de la catedral románica en que, según recoge la Concordia de Antealtares del 1077 entre el Abad Fagildo y el Obispo Diego Peláez, la redistribución del culto apostólico ante la construcción de la catedral, implicó una cesión de terrenos y funciones del monasterio, que cedió a cambio de ciertos privilegios, además del ara en cuestión, que desde entonces conservaron en recuerdo del culto que habían tenido hasta esa fecha a su cuidado.
Actualmente convento de monjas de clausura, contiene un museo de arte sacro donde se expone el ara sobre su pilar tal como estuvo durante siglos en el edículo sepulcral. El ara tuvo una inscripción pagana original de la que se conserva copia y cuyo texto puede guardar conexión con la legendaria reina Lupa de la Tradición Jacobea, que pudo aceptar al Apóstol en el mausoleo familiar. El Texto y la traducción dicen así:
«D(is) M(anibus) S(acrum).ATIA MOETA T(estamento)
TETLUM P(osuit) S(omno) A(eternali) VIRIAE MO(etae)
NEPTIS PI(entisimae) AN(n)O(rum) XVI
ET S(ibi) F(aciendum) C (uravit). Consagrado a los Dioses Manes Atia Moeta, por disposición testamentaria hizo colocar este epitafio al sueño eterno de Viria Moeta su buenísima nieta, de 16 años y proveyó a su propio enterramiento.
Magnífico trabajo. Enhorabuena. COn su permiso, comparto enlace URL en mis páginas en redes sociales.
Un saludo
Francisco José Borge Cordovilla
Estimado autor:
Le felicito por el trabajo. Tras haberlo leído, se me ocurren dos preguntas:
1. Parece claro que los restos encontrados en la época del Cardenal Payá son de la mismas personas que estaban enterradas en el edículo funerario romano, que también parece ser de la familia de Dª. Atia Moeta.
No obstante ¿existe alguna prueba de que esos restos son de Santiago Apostol y de sus discípulos?¿Se basa en alguna prueba el Obispo Teodomiro para atribuirlos a éstos?¿Aparece alguna prueba con posterioridad? En algún lugar he leído que había una inscripción que decía «Atanasio» en una piedra de cierre del edículo (sin saber en que año estaría datada). Incluso he llegado a leer que había una inscripción que decía «Aquí yace Santiago, hijo del Zebedeo», cosa que dudo mucho pues poco habría que discutir, salvo que esta fuese de época posterior.
2. Cuando el Arzobispo Gelmírez elimina parte del edículo y lo sella, da la impresión de que el acceso al mismo es muy complicado. En su documento se da a entender que las tumbas siguen estando en la planta baja del edículo, que se respeta junto con su bóveda. En otra web leí que el suelo se había rebajado hasta las propias tumbas, por lo que entiendo destruyendo la bóveda. En cualquier caso, si el acceso es tan complicado y nadie ha entrado allí durante siglos, ¿cómo se las apaña de forma tan apresurada el Arzobispo de Sanclemente para entrar, encontrar los restos y cambiarlos de sitio?
Si tiene alguna idea al respecto estaré encantado de conocerla. Le agradezco mucho su trabajo. Es un tema que me despierta muchísima curiosidad.
Un saludo,
David
Hola David, gracias por tu valoración. Te diría que mas que dos preguntas tu mensaje es toda una batería de ellas junto a tus propios comentarios y reflexiones, difícil de contestar de modo escueto y eficaz. Y te apunto que te estás refiriendo solo a un artículo de mi blog, donde hay otros artículos que hablan de cuestiones que planteas en tus preguntas y a los que te remito. Intentaré contestarte con la mayor eficacia que pueda.
1.- ¿Existe alguna prueba de que esos restos son de Santiago Apóstol y de sus discípulos?: No existen tales pruebas, es imposible que las haya, pero si hay indicios muy sugerentes de ello. Lo desarrollo en https://albertosolana.wordpress.com/2019/06/13/45-redescubrimiento-de-los-restos-jacobeos/
2.- ¿Se basa en alguna prueba el Obispo Teodomiro para atribuirlos a éstos?. Las posibles pruebas que pudo encontrar Teodomiro han desaparecido con el tiempo y los cambios arquitectónicos operados desde entonces hasta hoy. Es deducible que Teodomiro tuviera evidencias que no nos han llegado por esos profundos cambios, pero creo muy sólido que así fuera por el hallazgo de su Lauda Sepulcral como explico en https://albertosolana.wordpress.com/2014/12/30/15-teodomiro-de-iria-y-el-descubrimiento-del-sepulcro-del-apostol-santiago/
3.- ¿Aparece alguna prueba con posterioridad?. Lo mas consistente en la identificación de los restos es el estudio del fragmento de reliquia donado por Gelmírez a Pistoia que menciono el en artículo que estamos comentando y en el de Redescubrimiento de los restos jacobeos. Lo más novedoso y último son los estudios de Enrique Alarcón, del que estoy preparando un nuevo artículo en mi blog y que menciono en https://albertosolana.wordpress.com/la-aportacion-de-la-arqueologia/
4.- En algún lugar he leído que había una inscripción que decía “Atanasio”… Sin duda te refieres a los estudios de Isidoro Millán González Pardo o a algún artículo que lo mencione. Ciertamente es un hallazgo sorprendente al que no se está dando a mi entender la debida atención. Yo lo desarrollo en https://albertosolana.wordpress.com/2019/07/06/46-fenestellas-martiriales-y-culto-paleocristiano-en-compostela/ donde se argumenta que está escrito con letras que pertenecen al alfabeto hebreo que vinculan la inscripción con las criptográficas del Monte de los Olivos propia de la comunidad cristiana de Jerusalén del siglo I.
5.- ¿Cómo se las apaña de forma tan apresurada el Arzobispo de Sanclemente…?. La explicación no es tan complicada como supones, porque la reforma de Gelmírez rompe el contacto con los restos sepulcrales y el acceso directo a ellos, pero no era inviable hacerlo levantando el pavimento. El espacio superior al sepulcro pertenecía entonces a la Sacristía de los Cardenales, es decir, solo para uso de las jerarquías eclesiásticas. Ciertamente el suelo había sido rebajado y el pavimento estaba encima de la sepultura apostólica. Aunque actuó nocturnamente para no dejar constancia de sus actos, no fue complicado para él y sus operarios, levantar el pavimento, extraer los restos, y reubicarlos solo un par de metros detrás, dentro de la propio espacio reservado para las jerarquías, construyendo allí un reconditorio o espacio secreto donde escondió los restos que quedaron allí durante tres siglos, como cuento en https://albertosolana.wordpress.com/2014/12/02/13-juan-de-sanclemente-y-el-ocultamiento-de-las-reliquias/
Para finalizar diría que más que una prueba de certeza lo que hay es una suma de numerosos indicios apuntando en una misma dirección, que orientan con solidez, cuando menos, a una conclusión de verosimilitud, en vez de la negación gratuita y sin fundamento que suele hacerse hoy.
Gracias por tu interés y un cordial saludo. Alberto Solana
Como siempre, muy bien. ¿Cuáles son las fuentes bibliográficas de la obra? ¿Podrías compartirlos?
La fuente bibliográfica donde puedes encontrar multitud de datos en un solo volumen, es el texto «El Enigma Compostelano», del que soy autor. El libro puede obtenerse en la tienda de la Catedral de Santiago de Compostela, o en la Sacristía de la Parroquia de Santiago y San Juan Bautista de Madrid, junto a la plaza de Ramales y la calle Mayor, aunque puedes solicitarlo en el mail de la Cofradía de Santiago: cofradia@santiagoysanjuan.org