Analizo aquí la figura del obispo de Iria Flavia que protagonizó el hallazgo del sepulcro apostólico en lo que ahora es la ciudad de Santiago de Compostela, siendo por tanto el protagonista de un acontecimiento histórico excepcional para España y para Europa, que generó un fenómeno sin precedentes como es el surgimiento de la peregrinación a Santiago de Compostela de fieles de toda la cristiandad, dando lugar al Camino de Santiago.
Eran tiempos de ausencia de documentos escritos precisos, por lo que llegó a juzgarse este hallazgo como una mera tradición de la Iglesia compostelana. No puede alegarse carencia de testimonios documentales, pues el suceso se cita en las tres cartas más antiguas de Compostela, escritas en los años 829, 844 y 854. El diploma nº 1 de Alfonso el Casto, del año 829,
constata muy escuetamente que el cuerpo de Santiago fue “revelado” en tiempos de Teodomiro, obispo de Iria, durante el reinado de Alfonso II, antes de la fecha del documento. Información escueta pero fundamental que, junto a otros datos, permiten situarlo en el tiempo. Los otros dos escritos posteriores, añaden que fue en Amaiae finibus, es decir, en el territorio de Amaia, valle que ocupa el territorio comprendido entre los ríos Sar y Sarela, pero nada dicen de las circunstancias de la invención de las reliquias; a pesar de ello queda definida la ubicación del hecho en el tiempo y en el espacio en modo que luego se vera bien esclarecido.
Es común encontrar la cita de que ocurrió en el año 813, cifra que forma parte de la propia leyenda, que buscaba el apoyo de una figura emblemática como la del emperador
Carlomagno, muerto el 28 de enero del 814; como se quiso situar el descubrimiento sepulcral bajo su regia protección, se dio esa fecha al acontecimiento para hacer posible la magna tutela, que se adornó de una aparición milagrosa en sueños del Apóstol Santiago y una vinculación a la Vía Láctea.
Pero el 813 es un imposible histórico, pues en esa fecha Teodomiro no era aún obispo de Iria, sino su predecesor Quendulfo II, aún titular de la sede el 1º de septiembre del 818, fecha del documento del Tumbo A del monasterio de Sobrado, último que firma este obispo, que debió morir no mucho después. Teodomiro debió llegar al obispado de Iria en el 819, y por
tanto el hallazgo del sepulcro compostelano no puede ser anterior a esa fecha. Debió ocurrir entre el 820 y el 830, probablemente en el 829, fecha del primer escrito que lo cita. Posteriormente la Historia Compostelana y el Cronicón Iriense (siglo XII) afianzan el protagonismo de Teodomiro. Estos y otros documentos posteriores adornan el descubrimiento al modo usual de la época, embelleciendo el escenario y enriqueciéndolo de simbología que resalte lo extraordinario y providencial del acontecimiento.
Algunos autores, ante la escasez de datos y la contradicción de fechas, junto a la abundancia de elementos fantásticos, cuestionan la realidad histórica de Teodomiro como actor y de Compostela como escenario antiguo en que tuviera lugar el descubrimiento jacobeo.
Las dudas serán definitivamente resueltas con las excavaciones arqueológicas, que acreditan la existencia de un núcleo romano donde asentó un mausoleo funerario sobre el que se desarrolló un culto precedente, y el encuentro del lauda sepulcral de Teodomiro como prueba inequívoca de la historicidad de su persona y de la importancia de su hallazgo.
Algo extraordinario encontró para querer ser enterrado allí y no en Iria, de donde era obispo y donde estaban enterrados todos sus predecesores. Construyó la primera basílica jacobea en un lugar con restos arqueológicos mucho más antiguos que acreditan la realidad histórica del descubrimiento de un sepulcro, en el siglo IX, en lo que ahora es Compostela, cuya significación religiosa fue extraordinaria. Y el encuentro de su lauda sepulcral y su inscripción nos resuelve la fecha de su muerte, ignorada hasta entonces, como prueba irrefutable de su vida, el 20 de octubre de 847, acorde con la referencia del Cronicón Iriense, que sitúa su muerte bajo el reinado de Ramiro I (842-850).
IN HOC TUMULO REQUIESCIT FAMULUS D(e)I THEODEMIRUS lRIENSE SEDIS EP(iscopu)S QVI OBIIT XIII K(a)L(en)D(a)S N(ovem)BRIS E(ra) DCCCLXXXVA.
En esta tumba descansa / el siervo de Dios Teodomiro / Obispo de la Sede Iriense que falleció / en las decimoterceras Kalendas de Noviembre de la era DCCCLXXXV
No es cierto que Galicia quedara libre de la influencia y ataques mahometanos tras el reinado de Alfonso II el Casto, pues fue su sobrino y sucesor Ramiro el que reconquistó Tuy y Ourense y debió ser en su reinado cuando se levantó el primer templo a Santiago en Compostela tal vez en el llamado estilo ramirense, pero no deben de quedar muestras ni descripciones de tal edificio pues tal vez fue destruido por la invasión vikinga del año 858 . Supongo que fue con Ramiro y su hijo Ordoño cuando cuando comienza la gente a peregrinar a Compostela para ver el templo levantado para custodiar los restos apostólicos. Ánimo y sigue con tu investigación; ya te he comentado que no era inusual que viniera desde mucho antes de los tiempos de Cristo gente de Oriente Próximo a Galicia pues los fenicios tenían rutas comerciales incluso con Irlanda; conocían bien las tierras de los celtas.
Compostela fue en realidad una cuenca minera. Suponiendo la verdad de la leyenda, lo que el ermitaño Paio o Pelayo encontró, aparte de un cementerio con un mausoleo conteniendo restos humanos, fue una una gran urbanización, una especie de ciudad con muchas murallas y pocas casas, correspondiente a distintas minas explotadas en tiempos del Imperio, que lógicamente fueron abandonadas cuando se agotaron. Prueba de ello es la que se ve en el parque de Santo Domingo, y posiblemente, si no fueron tapadas, queden otras en las numerosas murallas que descubrió Pelayo y que hoy forman el contorno de muchos monasterios y conventos Compostelanos. Fuera de lo que hoy es urbano se pueden hallar todavía restos de murallas y agujeros de minas en el Pedroso, yo conozco tres minas al menos, amén de otras obras, murallas, puentes, fuentes y otras construcciones, y cuando queráis hacemos un trabajillo sobre el asunto.
Un picheleiro de toda la vida.