41- Melchor López, Música Galante y Clásica en Compostela

          Melchor López Ximénez es el músico eclesiástico que ocupó el magisterio de la capilla de Santiago de Compostela entre los años 1784 y 1822, siendo por tanto el maestro que finaliza el siglo XVIII y comienza el XIX en la capilla de música de la catedral de Santiago de Compostela, período de grandes cambios en la música religiosa española desde los modos barrocos hasta las nuevas maneras que conlleva primero el estilo galante y después el clasicismo vienés, superando el italianismo dominante, en Santiago de Compostela representado por su antecesor Buono Chiodi, adoptando tendencias internacionales, llevando a las catedrales el nuevo concepto de orquesta clásica.

          El autor nació el 19 de enero del año 1759, en Hueva (Guadalajara), tierra de casi todos sus ascendientes, siendo allí donde tiene sus raíces, de una familia bien situada de la que consta tenía gente a su servicio. Al poco tiempo de nacer debió de ser bautizado con urgencia por riesgo de muerte, y aunque se desconoce la causa precisa el hecho es que arrastró toda su vida la limitación física y salud débil. A los ocho o nueve años se trasladó a Madrid con un tío paterno, Melchor López Merchante, que fue párroco de San Nicolás de Bari, parroquia que plenamente activa en la actualidad, con el honor de ser la más antigua de la capital, situada en la plaza de San Nicolás de Bari del Madrid de los Austrias.

          Por influencia de su tío, ingresó en el Real Colegio de Niños Cantores de su Majestad, donde llegó a ser el colegial más antiguo, de lo que el propio Melchor hizo gala en sus escritos. Según el archivo de Palacio, ingresó a primeros de julio de 1769 y permaneció hasta el 31 de mayo del año 1784, de donde salió para ir a Santiago de Compostela. Allí realizó estudios musicales con los más destacados maestros de la Corte, especialmente con el famoso maestro y organista, José Lidón, con el que alcanzó el perfecto dominio de la música de su tiempo. De esta época es el libro de órgano de Melchor López que recoge las obras recopiladas por el autor mientras residía en Madrid y estaba vinculado al Colegio de Cantores del Rey en los años previos a su llegada a Compostela.

          En su periodo madrileño recibió la influencia de músicos de la Corte, como Luigi Boccherini y Gaetano Brunetti, de quienes recibió los aires del novedoso Clasicismo musical que se introducía en la Corte. Su formación fue rápida y sólida y obras suyas se interpretaban ya con solo 20 años. Y a la edad de 23 optó por la plaza de maestro de capilla de la catedral de Plasencia, de la catedral de Ávila; sin lograr la plaza probablemente por su juventud; a los 24 opositó, en la catedral de Burgo de Osma, también sin éxito, hasta que en febrero de 1784 solicitó la plaza de maestro de capilla de la catedral de Santiago, que obtuvo, en buena medida debido a los buenos avales que presentaba, junto al hecho de que el Cabildo, tras la etapa de Buono Chiodi, prefirió retornar a la senda de un autor español que venía avalado por su destacada formación en la Corte.

El día 23 de marzo de 1784 fue nombrado maestro de la capilla de Santiago de Compostela, entonces la más prestigiosa de España. Adquirió la condición de canónigo compostelano, inherente al cargo, para lo que debió acreditar «limpieza de sangre» y descendencia de cristianos viejos, tras lo que tomó posesión como maestro de capilla el día 18 de junio de 1784.

          Atraído por la música Barroca y el «italianismo musical», pronto se inclinó por ponerse al día y optar por las nuevas tendencias: “el Clasicismo”, mostrando especial admiración por la música de Franz Joseph Haydn, cuyo estilo es el que más marcó la actividad musical de la capilla durante su magisterio. Santiago Tafall señaló de él que dentro de su producción había “coros en sus villancicos que son verdaderos rondós o tiempo de sonata, algunos que no desdeñaría en firmar el maestro alemán”.

          Integrado a la actividad musical de la catedral, y seguramente por su limitación física de nacimiento y frecuentes achaques de salud, no saldrá de su ámbito si no es en contadas ocasiones, como la muerte de su padre y de su tío y mentor. Durante 38 años que desempeñó el cargo se dedicó a la composición de música y la dirección del coro y la orquesta, y se entregó al cuidado y enseñanza de los niños del coro, con plena dedicación y gran capacidad de trabajo, en modo que la Capilla de Música de la catedral, ya de magnífico nivel, llegó a su máximo esplendor artístico. La evolución de la capilla musical compostelana que ya había alcanzado brillantes cotas de crecimiento y calidad artística bajo la dirección de su antecesor Buono Chiodi, con Melchor López logra alcanzar su máximo nivel; eran años en que la catedral contó con un nutrido grupo de voces e instrumentistas, de muy destacada formación musical y excelente calidad interpretativa, que permitió la composición de un repertorio musical ambicioso, que hace del patrimonio musical compostelano uno de los más destacados del rico panorama musical eclesiástico español.

          Tras reponer algunas bajas lógicas, sobre todo en las voces, buena parte de los músicos de la capilla de música compostelana durante el magisterio de Buono Chiodi, permanecieron en la misma durante el magisterio de Melchor López. Pero además se incorporan importantes violinistas procedentes de otros centros peninsulares, especialmente de la corte madrileña, y el resultado es que la capilla compostelana se convirtió en una de las principales de España y de Europa.

          En sus últimos años de vida se hicieron más frecuentes los achaques de salud, hasta su fallecimiento en Santiago de Compostela un 19 de agosto de 1822, siendo enterrado en el claustro catedralicio donde se colocó una lápida de mármol a instancias del canónigo Lopez Ferreiro, y dejando una merecida fama y un nivel artístico que no será superada por ningún otro maestro de la capilla. Su obra se conserva en perfectas condiciones en la catedral de Santiago de Compostela, en 18 volúmenes encuadernados con 931 partituras, verdaderas obras maestras de la música española. El volumen de las misas se encuentra en la catedral de Lugo. Su producción compostelana supone cerca de un 25 % las obras musicales del archivo de la catedral de Santiago. Pero, sin lugar a dudas, su obra maestra es su Misa de Réquiem, compuesta en el año 1799, a la que su autor le puso un lema bien significativo «Beati mortui qui in domino moriuntur», tomado del Apocalipsis de San Juan (14,13) sobre los buenos hombres que mueren obrando el bien, y que se ha escuchado innumerables veces en las catedrales, y en especial en la de Santiago, obra escrita en el más puro estilo clásico, auténticamente mozartiano.

Escucharemos la Misa Solemne Unum Deus (1798) interpretada por el Ensemble Tiricum.

Como expresión de su música coral escucharemos el Ave Regina Coelorum, por el Coro de Cámara Ainur.

BIBLIOGRAFÍA

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