6- Del peregrino engañado por el diablo y rescatado por Santiago y la Virgen María

          Uno de los momentos prodigiosos más estelares en la peregrinación a Santiago, es el Milagro de la Mutilación del miembro viril por arrepentimiento de una falta y amor al apóstol Santiago. Se trata de uno de los más conocidos relatos tradicionales del Camino de Santiago. En el siglo XII era conocido como el gran milagro y tenía una fiesta especial en la catedral compostelana. El milagro era narrado en otras fuentes literarias de prestigio, como Los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, donde era relatado con la métrica castellana de la Cuaderna Vía y numerado como el Milagro VIII del conjunto, titulado como «El Romero de Santiago. 

          El fenómeno es asimismo relatado en el Libro II del Codex Calixtinus y en el códice de Santo Domingo de la Calzada, y a él se dedica una de las cantigas de Alfonso X el Sabio. En el Códice Calixtino se nos presenta como “Del peregrino que por amor del Apóstol se mató a instigación del diablo y Santiago, con auxilio de la santa madre de Dios, María, le volvió de la muerte a la vida”. En el códice Calceatense se intitula “De cómo el diablo engañó a un fiel”. Las Cantigas de Santa María recogen también el Milagro, en la cantiga número 26, con el título “No é Gran Cousa” y bajo el epígrafe “Esta es como Santa María juzgó el alma de un peregrino que iba a Santiago, que se mutila y muere en el camino por engaño del diablo, para que volviese al cuerpo e hiciese penitencia”.

          En la versión del Cócex Calictinus, el milagro aparece contado por Anselmo de Canterbury, que de hecho lo narra de manera muy semejante en sus Dicta Anselmi de 1115, y que por tanto eran de publicación reciente cuando empieza a conformarse el libro II de los Milagros.

          El protagonista de los hechos es un joven de buena condición social, Giraldo de nombre y peletero de oficio, natural de una aldea próxima a Lyon. Era muy devoto, desde su infancia, de, Apóstol Santiago, tanto que solía acudir anualmente a su sepulcro para rendirle culto. Había fallecido su padre, y sostenía a su madre con quien vivía. Vivía en noble castidad, pero en una ocasión se vio vencido por el placer de la carne y yació con una “jovenzuela”.

          Partió poco después hacia Santiago sin haber expresado formalmente su falta ni hacer penitencia, acaso por vergüenza y postergando su confesión hasta llegar a la ciudad del apóstol. Viajaba en compañía de unos amigos y familiares cuando en un momento de la travesía se le presenta el diablo haciéndose pasar por el mismísimo apóstol Santiago, haciéndole ver la falta que rompía su trayectoria de castidad y devoción, persuadiéndole engañosamente de que vería con agrado y perdón a su falta, si se mutilara las partes viriles con las que había pecado, aún a riesgo de su vida, porque él le auxiliaría y le llevaría de inmediato a la Gloria. Engañado de este modo, resuelve Giraldo acometer, de noche, la mutilación de sus partes viriles, con lo que cae de inmediato en grave estado fruto de la grave pérdida de sangre. Sus compañeros de peregrinación, en la madrugada del fatal, viéndole inconsciente y temerosos de que pudiera imputárseles el crimen, deciden abandonarle y huir.

          Bien de mañana los dueños de la casa y vecinos del lugar le hallan muerte y resuelven darle sepultura, y cuando preparaban sus exequias el difunto recupera la conciencia y narra lo acontecido. Engañado por el diablo mutiló los genitales y acabó así con su vida creyendo obtener el perdón. Cometió, pues, suicidio y por tanto murió en pecado mortal, y al separarse su alma del cuerpo, acudió una legión de demonios que lo llevaron a los tormentos. En su marcha, se dirigieron hacia Roma, y en un bosque situado en Labicanum (probablemente Labico, 15 millas al S.E. de Roma), acudió en su auxilio el verdadero Santiago reclamándole como peregrino suyo, y junto a la iglesia de san Pedro apóstol se formó una asamblea en que actuó de abogada la Virgen María, la cual ordena que sea entregada el alma a Santiago, y devuelta a su cuerpo, con lo que pudo continuar la peregrinación y volver a su tierra dando testimonio.

          Importa reseñar, como indica Manuel Cecilio Díaz y Díaz, que no se establece competencia con san Pedro ni su santuario, sino que, sin romper la autoridad papal aunque si dejando a Roma en un segundo plano en este relato de salvación, se pone de relieve la grandeza y singularidad celestial de Santiago, de acuerdo con el culto jacobeo. Santiago rescata al peregrino engañado como devoto suyo, dando a esta devoción un carácter universal, logrando que Giraldo retornara y comunicara a su gente lo experimentado, en beneficio del culto jacobeo y la peregrinación a Compostela que se convirtiera en un bien universal.

          Es por otra parte un relato que rompe con la rivalidad milagrera entre Santiago de Compostela y Santa María de Villalcazar de Sirga y sobre todo entre el poder sobrenatural de dos personajes tan vinculados en la tradición española con el Apóstol Santiago y la Virgen María. Aquí no hay una competencia por el poder curativo de una otra invocación, sino que ambas se unen en el mismo milagro. Cabría decir que Santiago y María Colaboran en una misma causa. 

          Escucharemos la Cantiga número 26 de Alfonso X el Xabio que relata musicalmente el milagro en la excelente versión del Grupo Artefactum.

Cantiga nº 26 No e Gran Cousa

Esta é como Santa María juïgou a alma do Roméu que ía a Santïago, que se matou na carreira por engano do dïabo, que tornass’ ao córpo e fezésse pẽedença.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Mui gran razon é que sábia dereito
que Deus troux’ en seu corp’ e de seu peito
mamentou, e del despeito
nunca foi fillar;
poren de sen me sospeito
que a quis avondar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Sobr’ esto, se m’ oissedes, diria
dun joyzo que deu Santa Maria
por un que cad’ ano ya,
com’ oý contar,
a San Jam’ en romaria,
porque se foi matar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Este romeu con bõa voontade
ya a Santiago de verdade;
pero desto fez maldade
que ant’ albergar
foi con moller sen bondade,
sen con ela casar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Pois esto fez, meteu-ss’ ao camo,
e non sse mãefestou o mesqo;
e o demo mui festo
se le foi mostrar
mais branco que un armo,
polo tost’ enganar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Semellança fillou de Santiago
e disse: «Macar m’ eu de ti despago,
a salvaçon eu cha trago
do que fust’ errar,
por que non cáias no lago
d’ iferno, sen dultar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Mas ante farás esto que te digo,
se sabor ás de seer meu amigo:
talla o que trages tigo
que te foi deytar
en poder do emigo,
e vai-te degolar.»

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

O romeu, que ssen dovida cuidava
que Santiag’ aquelo lle mandava,
quanto lle mandou tallava;
poi-lo foi tallar,
log’ enton se degolava,
cuidando ben obrar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Seus companneiros, poi-lo mort’ acharon,
por non lles apõer que o mataron,
foron-ss’; e logo chegaron
a alma tomar
demões, que a levaron
mui toste sen tardar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

E u passavan ant’ ha capela
de San Pedro, muit’ aposta e bela,
San James de Conpostela
dela foi travar,
dizend’: «Ai, falss’ alcavela,
non podedes levar

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

A alma do meu romeu que fillastes,
ca por razon de mi o enganastes;
gran traiçon y penssastes,
e, se Deus m’ anpar,
pois falssament’ a gãastes,
non vos pode durar.»

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Responderon os demões louçãos:
«Cuja est’ alma foi fez feitos vãos,
por que somos ben certãos
que non dev’ entrar
ante Deus, pois con sas mãos
se foi desperentar.»

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Santiago diss’: «Atanto façamos:
pois nos e vos est’ assi rezõamos,
ao joyzo vaamos
da que non á par,
e o que julgar façamos
logo sen alongar.»

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Log’ ante Santa Maria veron
e rezõaron quanto mais poderon.
Dela tal joiz’ ouveron:
que fosse tornar
a alma onde a trouxeron,
por se depois salvar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Este joyzo logo foi comprido,
e o romeu morto foi resorgido,
de que foi pois Deus servido;
mas nunca cobrar
pod’ o de que foi falido,
con que fora pecar.

Non é gran cousa se sabe | bon joyzo dar
a Madre do que o mundo | tod’ á de joigar.

Anuncio publicitario
Esta entrada fue publicada en 6- Del peregrino engañado por el diablo y rescatado por Santiago y la Virgen María, H- MILAGROS Y LEYENDAS y etiquetada . Guarda el enlace permanente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s