La expectación que generaban los cantos peregrinos entre las gentes formando corro a su alrededor para escuchar las nuevas melodías se refleja muy bien en esta copla de los propios peregrinos franceses:
Les hommes, femmes et filles
de toutes parts nous suivoient
pour entendre la melidie
de ces pelerins francçois.
Se repite esta expectación en otros cantos franceses, evidenciando que era habitual que los peregrinos cantasen en público y escuchasen los cantos de otros peregrinos como forma de amenizar el camino, aliviar sus fatigas y compartir sensaciones. Esto generó la recopilación y edición de cancioneros que serán muy apreciado por los peregrinos, especialmente en Francia.
Las canciones de peregrinos son casi tan antiguas como la peregrinación y el culto jacobeo, enlazando con los cantos del Códice Calixtino. Su temática es muy variada, por los muchos aspectos que atañen al peregrino. Unos abordan la dimensión espiritual del viaje y su sentido religioso, y aconsejan una buena preparación moral. Otros narran milagros acaecidos en el camino, alimentando la fe y la devoción, como máximas fuerzas del peregrino, y conformando un patrimonio popular vinculado al Liber Sancti Jacobi. Otros son cantos de itinerario, que aportan gran información sobre el camino, la ruta a seguir, las ciudades y lugares de paso, los hospitales de acogida, los santuarios a visitar, los trámites necesarios, el peligro de algunos lugares, la llegada a Compostela, y luego incluso el retorno a Francia.
Las primeras creaciones musicales de los perergrinos en ruta no nos han llegado, pues son fruto de la creación y transmisión oral. Pero hay constancia de su antigüedad. Un manuscrito del siglo XV contiene una antigua canción de los jacobsbrüder alemanes en el Camino de Santiago en que se describe la indumentaria peregrina y las penalidades del Camino. Y en el relato de su peregrinación a Santiago de 1539, el italiano Bartolomeo Fontana menciona una canción de los peregrinos franceses que hacía referencia a la belleza y la dureza del paso por Asturias. Son evidencia de que los peregrinos en ruta usan el canto desde tiempos muy antiguos.
Pero las ediciones escritas de cantos peregrinos no aparecen hasta el siglo XVII, aunque incluyen alguna canción cuyo origen se remonta al siglo XIV. La primera colección fue impresa en Valenciennes en 1616, por el editor Viruliet con el título “Les Rossignols spirituels liguez enduo, dont les meilleurs accords nommement le bas, relevent du seigneur Pierre Philippes, organista de ses Altezes Serenissimes”, de 264 páginas, que se reeditó a los cinco años, en 1621. Contiene la canción conocida como Valenciennes o canción de los ruiseñores, que empieza:
Pour avoir mon Dieu propice,
fis voeu d’aller en Galice,
voir le Sainct-Jacques le Grand,
j’entreprins cest exercice
non pas comm’un faitneant.
Continúa luego con una larga serie de estrofas que irán relatando lugares y hechos que transcurren hasta llegar a Compostela. Esta es una característica de estos cantos, que narran, en sucesivas estrofas, las etapas y acontecimientos del viaje, siguiendo rutas que se encontraban en Le Chemin de Paris à Sainct–Jacques en Galice (París en 1621), y en la “Guide qu’il faut tenir pour aller au voyage de Saint Jacques en Gallice” (cofradía de peregrinos de Senlis, 1690). Lo hace al modo de la primera guía alemana de peregrinación a Santiago de 1495, le Wallfahrtsbuch de Hermann Künig, escrita en verso y en letra gótica y traducida al francés por Léon Marquet. Según el itinerario, varían las estrofas dedicadas a una etapa del camino, y surgen diferentes ediciones con el nombre genérico de “Chanson des Pélerins de Saint-Jacques”.
En Francia se desarrolló una notable actividad de recopilación y edición entre los siglos XVII y XIX, en un conjunto de libritos conocidos como la Bibliothèque Bleue, que tuvo en la ciudad de Troyes su centro de producción más importante. El canónigo francés Camille Daux aporta comentarios en su edición de Les chansons des pèlerins de Saint-Jacques de 1899, como que los peregrinos se proveían de livretes, recueils y chansons, del mismo modo que los turista y viajeros de hoy usan ahora guías e indicadores, y que las chansons eran todo un manual para el peregrino por la mucha información útil que aportaba y que fueron causa de que la demanda del peregrino de libritos, folletos y grabados con cantos e imágenes, en los que se especializaron algunos editores para atender esta demanda de artículos jacobeos.
La edición más conocida se tituló Les Chansons des pelerins de Saint Jacques, con una viñeta en portada que representaba un peregrino en marcha con báculo y calabaza, debajo del cual se lee: “Sur l’Imprime a Compostelle”, lo que hizo creer al musicólogo Santiago Tafall que hubo una edición compostelana, inexistente, pues la frase era un artificio para facilitar la venta del librito. Con un formato de 5,5 cm por 11,5 cm, con 48 páginas, encabezando cada canto con una pequeña viñeta jacobea, 10 en total, al que seguía el texto sin notación musical, por lo que la melodía debía ser conocida o aprendida por el peregrino por transmisión oral, acordes con el valor popular tradicional de estos cantos. El librito contenía una relación de las reliquias que se conservaban en la catedral compostelana, evidenciando motivación religiosa. Al final del libro figuraba la aprobación fechada en Troyes el 7 de agosto de 1718. En la Biblioteca Nacional de París se encuentras tres ejemplares, pero de distintas ediciones.
Hay una segunda edición con grabados aún más antiguos. Otra rara y pronto agotada, fue recogida por Alexis Socard, en sus Noels et cantiques imprimés a Troyes depuis le XVII siècle jusqu’a nos jours, Paris, Aubry 1865. Pero la corta tirada de 200 ejemplares la convirtió enseguida en una rareza bibliográfica.
Muy interesantes son las ediciones de Carcasona en 1860 y 1862, pequeños folletos en los que, tras la portada, había un boletín de inscripción dejando espacios en blanco para la fecha y el nombre del peregrino, así como de la cofradía a la que pertenecía. No es extraño, porque este librito, a través de sus cantos, era una verdadera guía informativa del Camino que servía además como identificación del peregrino. En ellos aparecen escritos los nombres de ciertos lugares más correctamente que en ediciones anteriores. Fueron impresos por Pierre Polere, y figuran en la Biblioteca Nacional de París. De varias de estas publicaciones las reprodujeron A. Nicolai, Camille Daux y Daranatz en ediciones posteriores.
Conocemos también la música con que se cantaba por lo menos una de las melodías. En el siglo XVIII el abate francés Dandichón transmitio una versión de aire agil y animado. Mme. Lavergne transcribió esta melodía que dio a conocer a Nicolai y a Camille Daux, quien editó una versión parecida pero de aire más lento que la del abate Danchichón.
Adornando ciertas estampas impresas con toscos grabados policromados en madera, se editan algunas de estas canciones, por el impresor de Orleáns J. Bautista Letourmy. Representan una figura de Santiago peregrino junto a alguna escena como la del milagro del ahorcado, que al parecer, los mendigos o los propios peregrinos vendían entre el corro de curiosos después de entonarlas, o tal vez a cambio de techo o comida.
En el siglo XIX, como consecuencia inevitable de la decadencia de la peregrinación a Compostela, estos cancioneros fueron cada vez menos utilizados y dejaron de editarse.
La variedad temática de los cancioneros franceses es considerable, tanto como la finalidad acerca del propio camino. La peregrinación a Santiago desde Francia es un largo viaje que implican una gran cantidad de aspectos que el peregrino debe conocer.
Una de las canciones, titulada «Quand nous partîmes de France en grand dèsir«, va narrando las características y costumbres de los pueblos, villas y ciudades por donde pasa el peregrino, desde París hasta Compostela. En Bayona dice que que cambiar los «luises» en «doblones»:
Étant arrivés à Bayonne,
loin du pays,
nous changeâmes tous en doublone
nos beaux louis.
En Bizkaia señala la existencia de una lengua incomprensible:
Dans la Bizcaye:
c’est un pays rude a passer,
d’un diffèrent langage
En el paso de montaña San Adrián fortalecieron el corazón con un trago de vino:
Quand nous fûmes à la montagne
Saint-Adrien,
un reste de vin de Champagne
nos fit du bien;
nous avións souffert la chaleur
dans le voyage;
nous fotifiâmes notre coeur
pour ce pèlerinage
En Vitoria olía a romero y lavanda
Près de la ville de Vitòria,
ah! quel bonheur,
de rappeler dans ma memoire
la bonne odeur
que nous donnaient le romarin
et la lavande;
depois le soir jusqu’au matin
nous chantâmes losange
En Santo Domingo oyeron cantar al gallo en la catedral y rememoran el milgro de la resurrección del niño y el canto de la gallina asada:
Quand nous fûmes à S. Dominique,
le Coq chana,
nous l’entendimes dan l’eglise,
nous étonna;
On nous dit que le Pélerin,
par un miracle
a ce signe resucita:
ce n’est pas une fable
En la iglesia de los Agustinos de Burgos vieron sudar un crucifijo:
A Burgos, grande e belle ville
nous pèlerins
visitâmes la belle église
des Agustinos.
Ces pères furent nous montrer
le grand miracle
de voir un crucifix suer,
c’est chose veritable
En León las mujeres salieron a recibir a los peregrinos vestidos de gala…
Quand nous passâmes dans la ville
nommèe Lèon
nous chantames d’un air agile
cette chanson;
les dames sortaient des maisons
avec dècence,
pour avoire chanter nos acompagnons
a la mode de France.
En León el peregrino podía desviarse a Oviedo a visitar las reliquias de la capilla del Salvador:
Qui a estè à Saint-Jacques
et n’a estè à Saint-Salvateur
a viosité le serviteur
et a dèlaisse le Seigneur.
Desde Oviedo, los peregrinos se dirigían a su destino final, en un recorrido que tenía en Ribadeo una etapa importante, pasando otras anteriores como Luarca y Navia:
A Louarque [Luarca] sur la mer
faut passer,
sans y faire demeurance,
Navia et Rive Dieu [Ribadeo]
dangereux
pour les pèlerins de France.
Los tramos finales del camino, se abrevian mucho, per suele citarse el Montjoye (Monte del Gozo), desde el cual se pueden ver ya las torres de la catedral de Santiago.
Nous contunuâmes le voyage
por arriver
et sentîmes notre courage
se fortifier;
et nous passâmes à Montjoie
près de Saint-Jacques
sans quitter un moment la voie
pour arriver a Pâques.
La culminación es, obviamente, Santiago de Compostela.
Quan nous fumes dedans Saint Jacques,
Hélas, mon Dieu!
Nous entrâmes dedans l’églize
Pour prier Dieu,
Ausy ce glorieux amy de Dieu,
Monsieur saint Jacques,
Qu’au païs puissions retourner
Et faire bon voyage.
Prions Dieu!
Nous vimes la superbe église
de ce saint lieu,
nous invoquâmes l,entremise
de notre Dieu;
on y voyaitdes pelerins
de touteslangues
et des pays les plus lointains
y chanter des louanges