35- Les chansons des pèlerins de Saint-Jacques

          La expectación que generaban los cantos peregrinos entre las gentes formando corro a su alrededor para escuchar las nuevas melodías se refleja muy bien en esta copla de los propios peregrinos franceses:

Les hommes, femmes et filles

de toutes parts nous suivoient

pour entendre la melidie

de ces pelerins francçois.

          Se repite esta expectación en otros cantos franceses, evidenciando que era habitual que los peregrinos cantasen en público y escuchasen los cantos de otros peregrinos como forma de amenizar el camino, aliviar sus fatigas y compartir sensaciones. Esto generó la recopilación y edición de cancioneros que serán muy apreciado por los peregrinos, especialmente en Francia.

          Las canciones de peregrinos son casi tan antiguas como la peregrinación y el culto jacobeo, enlazando con los cantos del Códice Calixtino. Su temática es muy variada, por los muchos aspectos que atañen al peregrino. Unos abordan la dimensión espiritual del viaje y su sentido religioso, y aconsejan una buena preparación moral. Otros narran milagros acaecidos en el camino, alimentando la fe y la devoción, como máximas fuerzas del peregrino, y conformando un patrimonio popular vinculado al Liber Sancti Jacobi. Otros son cantos de itinerario, que aportan gran información sobre el camino, la ruta a seguir, las ciudades y lugares de paso, los hospitales de acogida, los santuarios a visitar, los trámites necesarios, el peligro de algunos lugares, la llegada a Compostela, y luego incluso el retorno a Francia.

          Las primeras creaciones musicales de los perergrinos en ruta no nos han llegado, pues son fruto de la creación y transmisión oral. Pero hay constancia de su antigüedad. Un manuscrito del siglo XV contiene una antigua canción de los jacobsbrüder alemanes en el Camino de Santiago en que se describe la indumentaria peregrina y las penalidades del Camino. Y en el relato de su peregrinación a Santiago de 1539, el italiano Bartolomeo Fontana menciona una canción de los peregrinos franceses que hacía referencia a la belleza y la dureza del paso por Asturias. Son evidencia de que los peregrinos en ruta usan el canto desde tiempos muy antiguos.

          Pero las ediciones escritas de cantos peregrinos no aparecen hasta el siglo XVII,  aunque incluyen alguna canción cuyo origen se remonta al siglo XIV. La primera colección fue impresa en Valenciennes en 1616, por el editor Viruliet con el título “Les Rossignols spirituels liguez enduo, dont les meilleurs accords nommement le bas, relevent du seigneur Pierre Philippes, organista de ses Altezes Serenissimes”, de 264 páginas, que se reeditó a los cinco años, en 1621. Contiene la canción conocida como Valenciennes o canción de los ruiseñores, que empieza:

Pour avoir mon Dieu propice,
fis voeu d’aller en Galice,
voir le Sainct-Jacques le Grand,
j’entreprins cest exercice
non pas comm’un faitneant.

          Continúa luego con una larga serie de estrofas que irán relatando lugares y hechos que transcurren hasta llegar a Compostela. Esta es una característica de estos cantos, que narran, en sucesivas estrofas, las etapas y acontecimientos del viaje, siguiendo rutas que se encontraban en Le Chemin de Paris à SainctJacques en Galice (París en 1621), y en la “Guide qu’il faut tenir pour aller au voyage de Saint Jacques en Gallice” (cofradía de peregrinos de Senlis, 1690). Lo hace al modo de la primera guía alemana de peregrinación a Santiago de 1495, le Wallfahrtsbuch de Hermann Künig, escrita en verso y en letra gótica y traducida al francés por Léon Marquet. Según el itinerario, varían las estrofas dedicadas a una etapa del camino, y surgen diferentes ediciones con el nombre genérico deChanson des Pélerins de Saint-Jacques”.

          En Francia se desarrolló una notable actividad de recopilación y edición entre los siglos XVII y XIX, en un conjunto de libritos conocidos como la Bibliothèque Bleue, que tuvo en la ciudad de Troyes su centro de producción más importante. El canónigo francés Camille Daux aporta comentarios en su edición de Les chansons des pèlerins de Saint-Jacques de 1899, como que los peregrinos se proveían de livretes, recueils y chansons, del mismo modo que los turista y viajeros de hoy usan ahora guías e indicadores, y que las chansons eran todo un manual para el peregrino por la mucha información útil que aportaba y que fueron causa de que la demanda del peregrino de libritos, folletos y grabados con cantos e imágenes, en los que se especializaron algunos editores para atender esta demanda de artículos jacobeos.

          La edición más conocida se tituló Les Chansons des pelerins de Saint Jacques, con una viñeta en portada que representaba un peregrino en marcha con báculo y calabaza, debajo del cual se lee: “Sur l’Imprime a Compostelle”, lo que hizo creer al musicólogo Santiago Tafall que hubo una edición compostelana, inexistente, pues la frase era un artificio para facilitar la venta del librito. Con un formato de 5,5 cm por 11,5 cm, con 48 páginas, encabezando cada canto con una pequeña viñeta jacobea, 10 en total, al que seguía el texto sin notación musical, por lo que la melodía debía ser conocida o aprendida por el peregrino por transmisión oral, acordes con el valor popular tradicional de estos cantos. El librito contenía una relación de las reliquias que se conservaban en la catedral compostelana, evidenciando motivación religiosa. Al final del libro figuraba la aprobación fechada en Troyes el 7 de agosto de 1718. En la Biblioteca Nacional de París se encuentras tres ejemplares, pero de distintas ediciones.

          Hay una segunda edición con grabados aún más antiguos. Otra rara y pronto agotada, fue recogida por Alexis Socard, en sus Noels et cantiques imprimés a Troyes depuis le XVII siècle jusqu’a nos jours, Paris, Aubry 1865. Pero la corta tirada de 200 ejemplares la convirtió enseguida en una rareza bibliográfica.

          Muy interesantes son las ediciones de Carcasona en 1860 y 1862, pequeños folletos en los que, tras la portada, había un boletín de inscripción dejando espacios en blanco para la fecha y el nombre del peregrino, así como de la cofradía a la que pertenecía. No es extraño, porque este librito, a través de sus cantos, era una verdadera guía informativa del Camino que servía además como identificación del peregrino. En ellos aparecen escritos los nombres de ciertos lugares más correctamente que en ediciones anteriores. Fueron impresos por Pierre Polere, y figuran en la Biblioteca Nacional de París. De varias de estas publicaciones las reprodujeron A. Nicolai, Camille Daux y Daranatz en ediciones posteriores.

          Conocemos también la música con que se cantaba por lo menos una de las melodías. En el siglo XVIII el abate francés Dandichón transmitio una versión de aire agil y animado. Mme. Lavergne transcribió esta melodía que dio a conocer a Nicolai y a Camille Daux, quien editó una versión parecida pero de aire más lento que la del abate Danchichón.

          Adornando ciertas estampas impresas con toscos grabados policromados en madera, se editan algunas de estas canciones, por el impresor de Orleáns J. Bautista Letourmy. Representan una figura de Santiago peregrino junto a alguna escena como la del milagro del ahorcado, que al parecer, los mendigos o los propios peregrinos vendían entre el corro de curiosos después de entonarlas, o tal vez a cambio de techo o comida.

          En el siglo XIX, como consecuencia inevitable de la decadencia de la peregrinación a Compostela, estos cancioneros fueron cada vez menos utilizados y dejaron de editarse.

          La variedad temática de los cancioneros franceses es considerable, tanto como la finalidad acerca del propio camino. La peregrinación a Santiago desde Francia es un largo viaje que implican una gran cantidad de aspectos que el peregrino debe conocer.

        Una de las canciones, titulada «Quand nous partîmes de France en grand dèsir«, va narrando las características y costumbres de los pueblos, villas y ciudades por donde pasa el peregrino, desde París hasta Compostela. En Bayona dice que que cambiar los «luises» en «doblones»:

Étant arrivés à Bayonne,

loin du pays,

nous changeâmes tous en doublone

nos beaux louis.

En Bizkaia señala la existencia de una lengua incomprensible:

Dans la Bizcaye:

c’est un pays rude a passer,

d’un diffèrent langage

En el paso de montaña San Adrián fortalecieron el corazón con un trago de vino:

Quand nous fûmes à la montagne

Saint-Adrien,

un reste de vin  de Champagne

nos fit du bien;

nous avións souffert la chaleur

dans le voyage;

nous fotifiâmes notre coeur

pour ce pèlerinage

En Vitoria olía a romero y lavanda

Près de la ville de Vitòria,

ah! quel bonheur,

de rappeler dans ma memoire

la bonne odeur

que nous donnaient le romarin

et la lavande;

depois le soir jusqu’au matin

nous chantâmes losange

          En Santo Domingo oyeron cantar al gallo en la catedral y rememoran el milgro de la resurrección del niño y el canto de la gallina asada:

Quand nous fûmes à S. Dominique,

le Coq chana,

nous l’entendimes dan l’eglise,

nous étonna;

On nous dit que le Pélerin,

par un miracle

a ce signe resucita:

 ce n’est pas une fable

En la iglesia de los Agustinos de Burgos vieron sudar un crucifijo:

A Burgos, grande e belle ville

 nous pèlerins

visitâmes la belle église

des Agustinos.

Ces pères furent nous montrer

le grand miracle

de voir un crucifix suer,

c’est chose veritable

 En León las mujeres salieron a recibir a los peregrinos vestidos de gala…

Quand nous passâmes dans la ville

nommèe Lèon

nous chantames d’un air agile

cette chanson;

les dames sortaient des maisons

avec dècence,

pour avoire chanter nos acompagnons

a la mode de France.

          En León el peregrino podía desviarse a Oviedo a visitar las reliquias de la capilla del Salvador:

Qui a estè à Saint-Jacques

et n’a estè à Saint-Salvateur

a viosité le serviteur

et a dèlaisse le Seigneur.

          Desde Oviedo, los peregrinos se dirigían a su destino final, en un recorrido que tenía en Ribadeo una etapa importante, pasando otras anteriores como Luarca y Navia:

A Louarque [Luarca] sur la mer

faut passer,

sans y faire demeurance,

Navia et Rive Dieu [Ribadeo]

dangereux

pour les pèlerins de France. 

           Los tramos finales del camino, se abrevian mucho, per suele citarse el Montjoye (Monte del Gozo), desde el cual se pueden ver ya las torres de la catedral de Santiago.

 

Nous contunuâmes le voyage

por arriver

et sentîmes notre courage

se fortifier;

et nous passâmes à Montjoie

près de Saint-Jacques

sans quitter un moment la voie

pour arriver a Pâques.

          La culminación es, obviamente, Santiago de Compostela.

Quan nous fumes dedans Saint Jacques,

Hélas, mon Dieu!

Nous entrâmes dedans l’églize

Pour prier Dieu,

Ausy ce glorieux amy de Dieu,

Monsieur saint Jacques,

Qu’au païs puissions retourner

Et faire bon voyage.

Prions Dieu!

 

Nous vimes la superbe église

de ce saint lieu,

nous invoquâmes l,entremise

de notre Dieu;

on y voyaitdes pelerins

de touteslangues

et des pays les plus lointains

y chanter des louanges

          Una versión posterior, titulada «Lorsque nous partîme de France«, describe después de la llegada, el del regreso de Compostela hasta París.

          Como muestra de que el canto era también expresión de alegría y de descanso en el camino, cabe recordar una canción francesa, titulada La gracia de Santiago, cuenta cosas divertidas en tono jocoso: «Cuando volvía de Compostela, el cojo bailaba sobre una cuerda y el tullido se balanceaba en un trapecio. ¡Oh, gran Santiago, cuídame! Cuando volvía de Compostela, el marido que nunca tuvo hijos, por poco que tardara en regresar, se encontraba a la vuelta con dos. ¡Oh, gran Santiago, cuídame! Volvían de Compostela un sordo y un mudo; el mudo parloteaba como una urraca, por lo que el sordo suplicaba. ¡Oh gran Santiago, tápame de nuevo mis oídos!«

          Estas canciones, ofrecían, por tanto, muchas funciones al peregrino: fortalecer su religiosidad, proporcionarle información sobre el camino, avisarle de peligros, darle consejos útiles, y alegrar sus momentos de descanso.

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