La chirimía es un instrumento musical de viento de doble lengüeta, de forma tubular y con 7 agujeros en la versión española, que se construyó durante los siglos XV y XVI, aunque sus comienzos son muy anteriores. La caña de la chirimía se introduce en la boca
hasta el apoyo labial, para conformar un fuelle bucal; la caña vibra y el sonido se propaga a través del instrumento con una altura sonora según su calibre y longitud, formando una familia: sopranino, soprano, alto y tenor. Una variante mayor y de sonido más grave es la conocida como bombarda, evolución precedente del oboe y del corno inglés. También está emparentado con la gaita que en definitiva surge de añadir un fuelle de odre a la base de la chirimía.
Por su sonoridad penetrante se convierte pronto un instrumento popular muy utilizado en la música de calle, procesiones, recepciones y danzas, por la intensidad de su sonido, similar a la dulzaina, muy arraigada en la música folclórica de muchas regiones de España.
Las primeras chirimías datan del siglo XV, en cuya segunda mitad con los comienzos del renacimiento, se empezó a usar también en las catedrales y colegiatas de España y de Europa, donde llegan a ser instrumentos imprescindibles en las
capillas de música, para reforzar a las propias voces en los actos procesionales eclesiásticos dentro del templo. Su uso se intensificó durante el siglo XVI, cuando la música instrumental es definitivamente admitida para el culto litúrgico, a expensas de intérpretes específico o ministriles..
La extrema dificultad técnica para tañerlos afinadamente, es la causa que las hace evolucionar a otros formatos instrumentales de sonoridad más amable y menor dificultad técnica, lo que lleva al desuso de las formas tradicionales. En el siglo XVIII evoluciona y se convierte en el oboe, de sonido más delicado y armonioso, que hoy ocupa su lugar en las orquestas actuales. Pero dentro de esta evolución, algunas catedrales gallegas, aunque adoptan el oboe en sus orquestas, conservaron la chirimía tradicional para las procesiones solemnes, como ocurre en las catedrales de Tui, Lugo y Santiago.
Sin embargo solo la catedral de Santiago sigue usando las chirimías para las procesiones capitulares de solemnidad, constituyendo una tradición antiquísima como no existe en ninguna otra catedral española. La llamada Marcha de las chirimías de la Catedral de Santiago, se sigue interpretando como pieza singular, aunque en la actualidad se toca, junto a dos chirimías tradicionales, con acompañamiento de dos trompas y dos fagots del siglo XVIII, instrumentos que conforman el grupo que interpreta esta tradicional “Marcha de las Chirimías de la Catedral de Santiago”, que podemos escuchar en este enlace, aunque no con mucha calidad
por lejanía de grupo instrumental respecto a la toma de grabación, pero que no obstante tiene el interés de tratarse de un momento de celebración procesional solemne que incluye el uso del botafumeiro.
Una versión especial es la versión cantada o “Canto de las Chirimías”, de la que Brañas Folk hizo esta excelente versión en que Chirimías, Organistrum y fagot, acompañan el grupo vocal que interpreta los bellos versos gallegos al Apósto Santiago:
Meu Santiago, meu Santiaguiño,
apóstolo da nosa fe,
bendice ós que vén de lonxe
eiquí te veñen a vere.
Meu Santiago, meu Santiaguiño,
apóstolo da nosa fe,
que xamáis perda Galicia
a sorte do teu querere.
Escucharemos, por fin, una grabación que ensalza la belleza de esta tradicional pieza en interpretación más actualizadas, como es la versión de Milladoiro, que introduce otros instrumentos y conforma un arreglo más elaborado que merece la pena escucharse.