Tuve el enorme honor de ser invitado por el Xacobeo a intervenir en el homenaje que el 6 de Junio de 2015, en el seno del I Encuentro Mundial de Asociaciones Jacobeas. Por imposibilidad inicial en representación de la Cofradía de Santiago de Madrid a la que pertenezco, acudió inicialmente Fernando Lalanda Pijoán. Pero no pude negarme a asistir el mismo día 6 en que tenía lugar este homenaje.
Se trataba de conmemorar a los peregrinos que, a lo largo de la historia, habían fallecido en la ciudad del apóstol y fueron enterrados, durante siglos, en el antiguo y olvidado cementerio de peregrinos de Santiago de Compostela.
Todo inició con una peregrinación simbólica de los asistentes al Encuentro desde el Monte del Gozo hasta la catedral de Santiago bajo un intenso calor.
La comitiva finalizó sus pasos en la parte trasera del Palacio de Raxoi, junto a la iglesia de San Fructuoso, una zona ajardinada con antiguo uso funerario, como se reconoce ya en distintos documentos medievales.
Manuel Rodríguez, técnico de Xestión do Plan Xacobeo e investigador sobre el Camino de Santiago, realizó una breve exposición histórica, recordándonos que estábamos sobre tierra sagrada, pues allí, mirando al oeste, estuvo, entre los siglos XII y XIX, el cementerio de los peregrinos de la ciudad de Santiago. El último de los cementerios peregrinos de los caminos jacobeos, quizás por ello el más emblemático. Nunca se han realizado excavaciones arqueológicas, pero se sabe por la documentación, por los antiguos planos de la ciudad y por los relatos de peregrinos históricos que lo visitaron. Ya el Códice Calixtino, en el siglo XII, lo menciona por primera vez. Se dice que aquí, extramuros de la muralla de la ciudad, estaba la Puerta del Santo Peregrino, así conocida por ser por ella por la que cruzaban con los peregrinos fallecidos hasta este lugar. Es sabido que el peregrino fallecido devotamente en el Camino o en su meta recibía la condición de santo. Y es aquí donde enterraban a los peregrinos de toda Europa que morían en la catedral y en la ciudad. Fue un cementerio exclusivo para ellos durante mucho tiempo y posteriormente también dedicado a los pobres, otra forma de peregrinaje. Los peregrinos fallecidos acostumbraban a contar con una ceremonia fúnebre en la ya perdida iglesia de la Trinidad, conocida por ello como la iglesia de los Peregrinos, y que también cita el Calixtinus. Esta iglesia estaba en el solar de la inmediata esquina entre las calles Huertas y Carretas, hoy ocupado por casas particulares. Ya hacia 1754 se levantó la iglesia que vemos hoy, la iglesia de San Fructuoso, que complementó la función funeraria citada y que fue promovida por el Hospital Real, el gran hospital de los peregrinos, hoy Hostal de los Reyes Católicos. La decadencia de las peregrinaciones, tan acusada en el siglo XIX, supuso la clausura de este cementerio hacia el año 1830, en tanto que la iglesia de los Peregrinos se derribó a comienzos del siglo XX.
Terminó Manuel Rodríguez señalando que éste era el primer homenaje que se dedicaba a los aquí enterrados, en el seno de este encuentro mundial, con presencia de peregrinos de todo el mundo, para reabrir el futuro recuerdo de este rincón cementerial. La muerte era un acontecimiento común a lo largo del Camino de Santiago, por lo que era frecuente la existencia de cementerios de peregrinos a lo largo del camino. El cementerio compostelano era el más especial pues permitía reposar eternamente a los pies del anhelado Apóstol. Aquí eran sepultados con una concha de vieira, y así serían identificados en el Cielo como amigos de Santiago.
Mª Ángeles Fernández, en su calidad de Presidenta de la Federación Española de Asociaciones de Amigos del Camino de Santiago, tomó la palabra para recordar a los peregrinos que han fallecido durante este año.
Fue entonces cuando me cupo el honor de intervenir, para entonar el canto jacobeo por antonomasia, el “Dum Pater Familias” o “Canto del Ultreia”. Se trata de un canto hispano anterior al canto gregoriano de la reforma romana, popularizado en el siglo XII, se sacralizó y acabó añadiéndose al Códice Calixtino como culto al Apóstol Santiago. Con él los peregrinos se daban ánimos en las dificultades de su peregrinación, o cantaban su dicha de llegar a la ciudad del apóstol. Sirva aquí como homenaje a los peregrinos de ayer en conexión con los peregrinos que hoy nos reunimos con el mismo espíritu que ellos vivieron.
Las notas de un bien templado violonchelo acompañó la emotiva ofrenda floral en memoria y reconocimiento de todos los allí enterrados, con que terminó el emotivo homenaje. Que sirva para que este emblemático lugar nunca sea olvidado entre quienes amamos la peregrinación jacobea por el Camino de Santiago hasta Compostela.